23 de septiembre de 2015
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#1382
| Por Andrés Roldán
Se acaba de cumplir el 60 aniversario del golpe cívico-militar que
desalojó, en setiembre de 1955, a Juan Perón del poder. Y el silencio
con el que el aniversario ha transcurrido, sin que ningún vocero oficial
lo haya mencionado, "aturde". Ni cadena nacional ni denuncia
parlamentaria, ni siquiera una declaración de circunstancias. Nada.
Tampoco el peronismo no kirchnerista ha abierto la boca. ¿Qué los lleva a
ocultar uno de los mayores golpes reaccionarios del siglo pasado, que
abrió una etapa de ataques sistemáticos contra las conquistas obreras,
populares y democráticas?
Las nuevas generaciones tienen el desafío de entender los
acontecimientos del pasado para juzgar y evaluar la conducta de las
distintas clases y agrupamientos políticos. ¿No será la grosera
capitulación de Perón y el peronismo ante el golpe lo que explica tamaño
silencio? ¿Tendrán vergüenza de asumir que ante un golpe impulsado por
la Iglesia, una fracción de las fuerzas armadas, el imperialismo y la
burguesía, con el acompañamiento de todo el arco de los partidos
democratizantes (incluidos socialistas y comunistas), el peronismo evitó
defenderse (incluso contando con superioridad militar) por temor a
abrir el camino a una irrupción popular? Y esto después de haber
triunfado en las elecciones de vicepresidente, en abril de 1954, con el
64% de los votos.
Un golpe anunciado
Como se señaló en estas páginas 1, el golpe frustrado de junio de 1955
había sido un ensayo general de lo que se preparaba. La Iglesia
impulsaba una amplia coalición que agrupaba a todo el arco político
opositor, incluidos los socialistas y comunista 2 en una reedición de la
Unión Democrática de 1945. La Democracia Cristiana, fundada en julio de
1954, se integró a esa coalición.
Desde comienzos de la década del '50 el esquema económico sobre el que
se sostuvo el régimen peronista había comenzado a agotarse. La caída de
los precios internacionales de granos (40% sólo en 1954) y de carnes
castigaban el saldo del comercio exterior. El Instituto Argentino de
Promoción del Intercambio (Iapi), que en los primeros años capturaba
parte del excedente agropecuario para volcarlo al subsidio a la
industria y a políticas sociales, empezó el ciclo inverso transfiriendo
fondos a la oligarquía. La industria, necesitada de reequiparse, comenzó
a reclamar mayor apertura a las inversiones extranjeras. El gobierno
peronista dio un viraje proyanqui. En julio de 1953, Perón recibió a
Milton Eisenhower, hermano del presidente estadounidense. En junio de
1954, un golpe proyanqui derrocó al presidente reformista de Guatemala,
Jacobo Arbenz, ante el silencio peronista. En el terreno económico, la
nueva ley de inversiones extranjeras de 1953 permitió el arribo de Fiat y
Kaiser. A esto le siguió un acuerdo con el Eximbank por 60 millones de
dólares a comienzos de 1955 y el contrato con una subsidiaria de la
Standard Oil, que le cedía para la explotación petrolera una vasta área
de la provincia de Santa Cruz en condiciones leoninas. El problema de
este viraje era en qué medida podía evitar la resistencia obrera y
popular y descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
Resistencia obrera
En febrero de 1952, el gobierno había lanzado el "Plan de
Estabilización" y suspendido las paritarias por dos años,
reemplazándolas por aumentos por decreto. Las luchas fabriles pusieron
un freno a esta política y permitieron un ligero crecimiento del salario
real en 1952-53. En setiembre de 1953, Perón impulsa la Ley de
Convenios (la 14.250), que otorga al Ministerio de Trabajo un rol
decisivo para "homologar" los acuerdos entre las partes en función "del
interés general". La reapertura de las negociaciones colectivas, en
abril de 1954, muestra que los trabajadores no aceptaban ser el pato de
la boda y la huelga metalúrgica de mayo de ese año, impulsada por los
cuerpos de delegados, lo puso de relieve. El gobierno contraataca
convocando dos "Congresos de la Productividad", uno en agosto de 1954 y
el otro en marzo de 1955.
Pero las patronales desconfían. Tanto el imperialismo como la patronal
nativa reclaman el desmantelamiento completo de las conquistas obreras y
sindicales para avanzar en la política de ajuste. La patronal
metalúrgica, una de las más favorecidas y más cercanas al gobierno dudó
incluso en participar en los Congresos de la Productividad, insistió en
acabar con el poder de las comisiones internas y los cuerpos de
delegados dentro de las fábricas e incluso "expresó una ligera
aprobación del derrocamiento de Perón en 1955".3
De junio a setiembre
Después del fallido golpe de junio de 1955, Perón impidió toda acción
independiente de los trabajadores y llamó a confiar en las fuerzas
armadas, a quienes adjudicaba el haber hecho fracasar al golpe de junio.
Un mes después insistía: "Como en los tiempos de nuestra vigilia
pasada, la consigna sigue siendo la misma: "del trabajo a casa y de casa
al trabajo". La CGT acompañaba esta orientación con llamados a
"mantener la calma".
Su política durante esos meses fue contemporizar con los golpistas.
Cambió el gabinete para mostrarse conciliador, convocó a una tregua,
permitió a Frondizi utilizar la cadena nacional para dirigirse al pueblo
y ofreció dos veces su renuncia: una, ante el gabinete, que lo rechaza,
y la última, el 31 de agosto, ante la cual la CGT convoca a una gran
movilización. Allí proclamó el famoso "cinco por uno", que no era más
que una bravata en medio de la completa impotencia.
El golpe de setiembre
El triunfo del golpe de setiembre,
"desde una óptica exclusivamente
militar, parece inexplicable. Perón capituló, renunció y huyó del país
contando con fuerzas militares ‘leales' inmensamente superiores a los
amotinados. En Córdoba, única plaza terrestre que tomaron los rebeldes,
la proporción de efectivos militares que la rodeaban le era favorable 5 a
1. En el litoral, el alzamiento de Aramburu fue sofocado rápidamente,
mientras que la poderosa guarnición de Capital y Gran Buenos Aires, así
como la Fuerza Aérea, la Gendarmería y la Policía permanecían
‘leales'"4.
Perón explicó lo "inexplicable" a los pocos días al diario El Día de
Montevideo (5/10/1955), con los acontecimientos frescos. "Las
probabilidades de éxito eran absolutas, pero para ello hubiera sido
necesario prolongar la lucha, matar mucha gente, destruir lo que tanto
nos costó crear. Bastaría pensar en lo que habría ocurrido si hubiera
entregado armas de los arsenales a los obreros decididos a empuñarlas"5.
El espectro de la Revolución Boliviana de 1952-3, cuando un golpe
gorila pretendió desconocer el triunfo del nacionalismo boliviano (MNR) y
el proletariado intervino para derrotarlo, abriendo la posibilidad de
su intervención independiente, debía estar muy presente en el Perón de
1955.
Balance
La caída de Perón fue una aguda manifestación del agotamiento del
movimiento nacionalista burgués que se desmoronó por dentro. Antonio
Cafiero, ministro de Economía, renunció por sus "convicciones"
(clericales) ante la crisis abierta con la Iglesia. Las fuerzas sociales
que protagonizaron el golpe (la oligarquía y el imperialismo, pero
también la burguesía industrial, como vimos) tenían preservados sus
recursos después de una década. Los partidos burgueses y pequeño
burgueses democratizantes, incluidos los izquierdistas, sirvieron
servilmente de cobertura a la contrarrevolución de los explotadores.
Por todo esto, seguramente ni el gobierno ni los peronistas
antikirchneristas democristianos como De la Sota, ni los continuadores
de los golpistas en los partidos democratizantes abrieron la boca a 60
años del golpe fusilador, antecedente del que Videla y sus secuaces, con
las mismas complicidades, darían 20 años después.
1. El golpe de junio de 1955, Prensa Obrera N° 1.371, 6 de julio 2015.
2. Codovilla señala a principios de 1955: "El Estado corporativo de
tipo fascista creado por Perón cierra las posibilidades de coalición de
fuerzas democráticas y nacionales para presentarse unidas en las
elecciones". Una trayectoria consecuente, T. III, pág. 164).
3. Metalurgia Nº 167, setiembre de 1955, citado en James P. Brennan, Marcelo Rougier, Perón y la burguesía argentina, 2013.
4. Hace 30 años la Revolucion Fusiladora de los partidos democratizantes y la Iglesia, Prensa Obrera, setiembre 1985.
5. Citado en ídem nota 4.