La tentativa de expulsión sumaria de Julio De Vido fue un intento de
avasallar las libertades políticas, como valientemente lo denunció el
Partido Obrero. Se sabe dónde empiezan las medidas de excepción pero no
se sabe dónde terminan, o mejor, terminan invariablemente contra los
explotados. La cuestión tuvo sus antecedentes, porque tuvimos el fallo
del 2x1 en pos de la rehabilitación política de las Fuerzas Armadas,
abortada por una colosal movilización popular. Antes de eso, el decreto
721 de autonomía de las Fuerzas Armadas (2016), frente al cual Prensa
Obrera tituló “Estado de excepción” en su tapa, marcó la tendencia del
macrismo y sus socios parlamentarios, que votan los reaccionarios
jueces de la Corte y las leyes del ajuste.
Operación
La operación parlamentaria tuvo una clara función reaccionaria, porque
en esos días, Vidal envió las tropas al Correo, en Esteban Echeverría,
ante un conflicto con fleteros; a Carboclor, por su cierre en Zárate; a
Cresta Roja, que fue a la huelga por 57 despidos; y, como todos saben, a
Pepsico, con la represión a la ocupación de la planta. En los últimos
días, también envió las tropas ante 172 despidos en Adidas, que es la
cuarta fábrica con despidos masivos en la industria del calzado de la
provincia, junto al virtual cierre de Gotelli en Las Flores, a las
suspensiones masivas en Paqueta, Chivilcoy, y hasta fin de año en Dass,
la enorme planta de Coronel Suárez. Habría que apuntar que siguen las
luchas y represiones en Santa Cruz, como semanas atrás en Chubut, con
gendarmería incluida en Tecpetrol ante el despido de 200 petroleros
más.
Pero es importante centrarse en la disputa por la agenda política de la
clase obrera en lucha. Pepsico puso en primera plana de esa agenda no
sólo el cierre de una planta sino sus motivos flexibilizadores,
precarizadores, de ataque al convenio, al salario y a la organización
fabril, al tiempo que la entrega por parte de la burocracia sindical de
Daer. Esta disputa empezó con el Conicet, tuvo un salto con la ocupación
de AGR-Clarín durante 82 días y otros tantos de carpa, otro salto más
grande con las huelgas docentes y las movilizaciones de masas de marzo,
por los docentes, por el paro de la mujer y el 24 de Marzo, que superó
la de todos los años previos.
En el medio ocurrió la revuelta contra la burocracia cegetista el 7 de
marzo, obligando al fuerte paro nacional, que bien mirado, no logró
cancelar el proceso de luchas, como lo marcaron las y los choferes
cordobeses lanzados a una huelga general salarial contra la mismísima
burocracia de la UTA y, más adelante, las luchas de la Alimentación
mencionadas, al igual que la continuidad en Santa Cruz y aún la vuelta
de la docencia bonaerense al paro antes del cierre de la paritaria. Cabe
preguntarse por el destino que tendrá la movilización tardía y
maniobrera del 22 de agosto, posterior a las elecciones, para no
contribuir con las luchas y enterrar a los trabajadores en el voto a los
verdugos.
La batalla por la agenda política
Desde principios de año, la clase obrera, contra la propia burocracia
sindical, aún la kirchnerista, hoy llamada a silencio por ‘la jefa’,
disputa la agenda política del país, condicionando la campaña electoral
misma. Las fuerzas de Estado, que gobiernan para el capital, tuvieron
que postergar hasta el último minuto sus candidaturas por la crisis
social. La candidatura de CFK es un extremo de esa situación, sin un
apoyo orgánico de la clase capitalista -opuesta a la vuelta de la
agotada experiencia de contención del kirchnerismo. La ex presidenta,
acorralada por causas judiciales, vuelve a pedido de los intendentes
pejotistas, que carecían de un candidato central.
No se puede separar el ataque al Frente de Izquierda, montado a raíz de
la operación De Vido, de nuestra ligazón a las luchas de la clase
obrera. Algo que ya tuvo antecedente en el intento de desafuero del
gobernador mendocino Alfredo Cornejo a senadores y diputados del FIT por
el paro del 6 de abril o los ataques a nuestro planteamiento ante el
Consejo del Salario, donde nos movilizamos masivamente desde la
Coordinadora Sindical Clasista del PO y el Polo Obrero, marcando que
pondríamos la campaña electoral al servicio de las luchas.
El flamante diputado chaqueño del PO, que rompe la falsa polarización
del PJ y Cambiemos en el Chaco entre diez fuerzas, hizo eje en su último
debate en la muerte de cuatro obreros de la empresa de aguas, un crimen
laboral del régimen, del tipo de la muerte y desaparición de diez
pescadores marplatenses en aguas chubutenses, por negreo, precarización
laboral y desinversión.
La clase obrera es la única que lucha contra la brasileñización de
Argentina antes y después de octubre, y que se prepara para enfrentar la
reforma antilaboral y antijubilatoria en ciernes. El Partido Obrero
acompaña vigorosamente esa batalla por la agenda política. El voto al
Frente de Izquierda reforzará posiciones para las grandes batallas que
se avecinan, marcando la perspectiva de una reorganización social y
económica bajo la batuta de los trabajadores, preparándolos para ser
alternativa política y de poder. A eso contribuirá el voto a nuevos y
más legisladores de la izquierda obrera y socialista.
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